Hemos desarrollado en clase una práctica muy interesante. Consiste en intentar llegar a un consenso sobre las cualidades fundamentales que debe reunir un tutor ideal. Como os podéis imaginar, han surgido ideas de todo tipo, tamaño y color (y nunca mejor dicho, porque luego las hemos puesto en común en un Menti que os muestro más abajo). Os dejo a continuación la ficha con las diez características que conseguimos reunir de manera consensuada entre los ocho que conformábamos mi grupo. Os anticipo que muchas de ellas se encuentran recogidas en cualquier texto o referencia que se busque sobre el tema, como este o este (por poner solo dos) y, personalmente, estoy de acuerdo con casi todas ellas, que son las que os enumero en este post.
La primera característica que nos vino a la mente a todos fue la empatía. Esta es, quizá, una de las cuestiones más humanas que debe tener, en mi opinión, cualquier persona independientemente de su ocupación o rol en la sociedad. Sin embargo, cuando se trata de una profesión como la de profesor, que requiere de un contacto estrecho y continuo con muchas otras personas, cada con sus particularidades y situación, la empatía se convierte en una característica más que fundamental.
Dos características que salieron pronto durante la conversación, y que están relacionadas, son la de saber escuchar y la de "paciente y mediador". Evidentemente, un tutor va a ser un profesor "muy especial" para sus alumnos. Será su confidente algunas veces, orientador otras veces, y será de las primeras personas en mediar en conflictos que puedan surgir en el aula. También tiene que saber ser asertivo, poner los límites en su sitio con suficiente "mano izquierda" para no generar más conflictos de los que podría querer resolver.
Creemos también que el tutor ideal debería ser justo y objetivo en sus decisiones y opiniones (al menos las que emita en público). No debería prevalecer el favoritismo hacia nadie ni nada y tratar a todos sus alumnos en condiciones de igualdad. Además, debe ser cercano y accesible a todos ellos. De otra forma, no podría hacer esa función de confidente u orientador que mencionaba antes.
Por supuesto, debe ser un buen profesor, con ilusión por educar (en el más amplio sentido del término), creativo, dinámico y motivador. Solo así puede convertirse en un referente genuino para sus alumnos y lograr establecer ese vínculo necesario para que fluya la comunicación bidireccional en el aula o en tutoría.
Tras lograr el consenso por grupos, nos juntamos todos y como si de una tormenta de ideas se tratase, cada uno determinó las tres características más importantes a través de un Menti que el profesor rápidamente puso en común con todos (ver la siguiente imagen). Es llamativo cómo la empatía surgió de forma mayoritaria en toda la clase. La motivación y la paciencia, también mencionadas por mi grupo, estaba entre las más referidas en la clase. Nosotros no caímos, por ejemplo, en las actitudes pigmaliónicas o en la polivalencia, que luego debatimos que podrían ser también características fundamentales para un buen tutor.
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