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Un poco sobre mí

¡Hola! Mi nombre es Álvaro Magdaleno González y soy ingeniero industrial, investigador y profesor. En este post os voy a contar un poco mi v...

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jueves, 30 de septiembre de 2021

Un poco sobre mí

¡Hola!

Mi nombre es Álvaro Magdaleno González y soy ingeniero industrial, investigador y profesor. En este post os voy a contar un poco mi vida reciente y cómo he llegado hasta donde estoy.

Yo, sin mascarilla (2020)

Comencé mis estudios universitarios en el año 2010, el año de la implantación generalizada del conocido como "Plan Bolonia" del que nació la actual estructura de Grados y Másteres, entre otras cosas. Tras cuatro años de duro trabajo y uno más de Erasmus (en Compiègne, Francia) obtuve el título de Graduado en Ingeniería Mecánica, uno de esos grados que llaman "profesionalizantes" porque, con él, se me abrían las puertas de los departamentos de ingeniería de muchísimas empresas en España dedicadas a, por ejemplo, el mundo de la automoción, la energía, la construcción, el transporte ferroviario y un largo etcétera. Pintaba bien, ¿verdad? Pues sí, pero a veces suceden cosas en la vida de uno que le hacen dar un pequeño (gran) volantazo y coger una desviación que casi no aparece en los mapas. 

Un par de meses después de volver de Erasmus, en septiembre de 2014, me dispuse a organizar lo que sería mi último año de carrera. Me quedaba una asignatura que no había podido llevarme a Francia, sencillamente porque no me la convalidaban con nada que pudiera hacer allí (minipunto para el Plan Bolonia... nótese la ironía), las prácticas en empresa obligatorias y el Trabajo Fin de Grado (o TFG, para los amigos). Para alguien que no se ha enfrentado nunca a ello, buscarme las prácticas se me antojó una tarea bastante ardua, y buscar TFG ni te cuento. 

- ¿Qué te gusta? -me preguntaba a mí mismo.

- Es que... me gusta todo -me respondía yo también.

Así que hice lo que en su momento me pareció la mejor opción: preguntar al que iba a ser el profesor de la asignatura que me quedaba (que por cierto, era Estructuras y Construcciones Industriales, un buen hueso). Llamadlo destino, llamadlo suerte, llamadlo como queráis. Resultó que este profesor, en aquella época, formarba parte de un grupo de profesores que asesoraba a nivel técnico en un Centro Tecnológico, CARTIF (en el Parque Tecnológico de Boecillo), una especie de "empresa" dedicada exclusivamente al mundo de la investigación, la innovación y el desarrollo en el ámbito de la ingeniería (mecánica, energía, y a día de hoy, otro largo etcétera). Me ofreció hacer mis prácticas allí y, de paso, extraer algún trabajo que hiciera con ellos como TFG. Un 2x1, vamos. Hasta entonces, para mí, investigar era algo hacían en física, biología, química, etc. Nadie me había hablado nunca de la investigación como una posible salida profesional de mi Grado pero, intuitivamente, sabía que "tenía mucho que ver" con estudiar mucho, casi por mi cuenta y cosas de muy alto nivel. Y os voy a contar un secreto: siempre se me dieron bien los estudios, el típico chaval de media alta. Así que me lancé. En los casi tres meses que estuve haciendo las prácticas a finales de 2014 rasqué superficialmente el mundo de la investigación aplicada a la ingeniería mecánica y civil. Más concretamente, y puesto que me tutelaba mi profesor de Estructuras, tanto mi actividad durante las prácticas como lo que luego sería el TFG estaban enfocados hacia ese campo (y más específicamente, para quien le interese, en modelos computacionales para la simulación de acciones no deterministas sobre estructuras esbeltas). Y qué sorpresa me llevé cuando descubrí lo cómodo y agusto que me encontraba en ese nuevo contexto. Así fue como descubrí e hice mi primera expedición en el mundo de la investigación.

El TFG supuso el pistoletazo de salida para lo que ha sido hasta el día de hoy mi carrera como investigador. Gracias a él me interesé por ese mundo y por la forma de hacer una vida de él. Cuando terminé el Grado, en lugar de correr a trabajar a la empresa como muchos de mis compañeros de promoción, decidí seguir formándome y explorar en mayor profundidad las posibilidades que me ofrecía la investigación, tanto a nivel de desarrollo personal como profesional. Así, en 2015 comencé el Máster en Ingeniería Industrial (el que completa la formación de los Grados para equiparar la formación a la antigua titulación de Ingeniería Industrial), que, con 90 ECTS, es una titulación distribuida en dos cursos académicos. El primero lo compaginé con una beca de colaboración en tareas de investigación, concedida por el Ministerio de Educación para desarrollar en el departamento del que fuera mi tutor del TFG; el segundo, con un contrato de investigador en formación, con cargo a un proyecto de investigación del mismo profesor que había comenzado recientemente. Todo ello desembocó en un Trabajo Fin de Máster orientado a la investigación aplicada en materia de disipadores de vibraciones en estructuras esbeltas, que defendí en abril de 2017, y, lo más importante, en la firme decisión de querer continuar investigando. Si alguien me hubiera parado por la calle en ese momento y me hubiera preguntado "¿Y tú a qué te dedicas?", yo habría contestado con un cierto matiz de orgullo "Soy investigador".

Durante el segundo curso de máster, solicité una ayuda FPU (acrónimo de Formación del Profesorado Universitario) al Ministerio de Educación (una convocatoria bastante competitiva a nivel nacional, todo sea dicho), que me concedieron a los pocos meses de terminar el máster. Esta ayuda me garantizaba un contrato a tiempo completo en la Universidad de Valladolid para desarrollar mi tesis doctoral, en la que me matriculé por primera vez en octubre de 2017, a la vez que me formaba como profesor universitario a través de actividades de carácter transversal y "prácticas" en las propias aulas, con permiso y bajo la tutela de mi director de tesis y algunos de sus compañeros. Sobra decir quién fue mi director de tesis: el mismo profesor que me tuteló el TFG y el TFM. Mi actividad investigadora se desarrolló con los típicos sobresaltos de quien está desarrollando una tesis doctoral (callejones sin salida, ensayos que no salen, artículos que son rechazados, la tensión de presentar en congresos...) y es una etapa que guardo con cariño que culminó con la defensa de mi tesis doctoral en diciembre de 2020. Sin embargo, lo que más me entusiasmó no fue la experiencia investigadora (que también, no os voy a engañar), sino toda la experiencia docente en la que me vi envuelto durante esos años. Y así redescubrí el mundo de la docencia. ¿Redescubrí? Sí, redescubrí. Sigue leyendo...

 
Congreso Nacional de Dinámica Estructural (junio de 2021)

Mis inicios en el mundo de la docencia fueron relativamente pronto, aunque absolutamente inconscientes y, por supuesto, para un público muy selecto. Durante la ESO y Bachillerato, además de ser un chaval de media alta como he escrito más arriba, también era el típico compañero de clase a quien preguntar las dudas. Como tenía las "cosas frescas", recién aprendidas, empatizaba mucho con mis compañeros y conseguía llegar donde algunos profesores no lo conseguían. Me entendían, y eso me gustaba (y a ellos más, claro). No lo sabía entonces, pero se estaba fraguando dentro de mí una afición por la docencia que no me abandonaría durante el Grado (más dudas de mis compañeros de clase y alguna clase particular esporádica a hijos de amigos de familiares) y con la que me toparía de forma clara y evidente durante mi etapa predoctoral, en esa formación como profesor de universidad. Disfruté como un enano preparando cada clase e impartiendo cada hora que me asignaron, fuera práctica, teórica o de problemas. Tengo la inmensa fortuna, a día de hoy, de poder seguir haciéndolo, ya que, a los pocos meses de defender la tesis, conseguí un contrato temporal como investigador posdoctoral que me permite seguir entrando a las aulas, a la vez que sigo desarrollando algunos temas de investigación, como la monitorización continua y evaluación del daño en estructuras patrimoniales de madera. 

Y os preguntaréis... ¿Qué haces en el Máster de Profesor de Segundaria... si parece que lo tienes todo tan bien atado? Para responderos a esto me voy a remontar a marzo de 2021, momento en el cual consigo acreditarme simultáneamente a las figuras de Profesor Ayudante Doctor y Profesor Contratado Doctor por la ANECA, un requisito necesario para poder acceder a los concursos y oposiciones de ese tipo de plazas en la Universidad (el primero de carácter temporal; el segundo, fijo). En ese momento, con la acreditación calentita en la mano, me di cuenta de que el siguiente paso era ya opositar a alguna plaza de mi área que saliese en alguna Universidad. ¿En Valladolid? ¿En Castilla y León? ¿En España? No pasó mucho tiempo antes de que me topase con una realidad que, aunque conocía de antemano, no había terminado de procesar hasta ese momento: no se convocan tantas plazas como podría parecer, y las que se convocan tienen bastantes "pretendientes", con la dsgracia de que algunos llevan mucho tiempo esperando su oportunidad de concursar: ha habido un parón tremendo de convocatorias en los últimos años y se han formado muchísimos más doctores de los que el sistema universitario es capaz de asimilar. Parece que viene una buen época en este sentido, porque hay toda una generación de profesores que se está jubilando ahora, dicen, que va a dejar un "agujero" enorme que habrá que cubrir rápido. Pero es que también hay varias generaciones que han tenido pocas o muy pocas oportunidades de acceso a la carrera académica, que han conseguido sobrevivir encadenando contratos temporales de investigación para diferentes proyectos y que han esperado durante años afilando sus CV para batir a quien sea al primer conato de concurso. Mi CV no es malo a día de hoy, pero en relación a muchos candidatos potenciales, llevo varios años de retraso en los que ellos han estado trabajando en esto y yo no. Además, aunque ha sido la tónica dominante en los últimos tiempos, no me veo encadenando contratos temporales de investigación durante sabe Dios cuántos años... mi personalidad no me lo permite, necesito dormir por las noches. ¡Y qué carajo! ¡Me apasiona el mundo de la docencia, y necesito dedicarme a ello! 

Todo esto me condujo hace unos meses a preinscribirme en este Máster para tener algo a lo que recurrir en el caso de que opositar y ganar una plaza en la Universidad (la que sea) se alargue más de la cuenta. Además, ahora que ya hemos entrado en materia, veo bastante aplicabilidad de mucho de lo tratado en las asignaturas del Módulo General a las aulas de la Universidad, sobre todo de los primeros cursos. Así que incluso en el caso de que me consiga ser profesor universitario, creo que este Máster me aportará conocimientos y destrezas muy valiosos para lo que espero que sea mi profesión.