La Estrategia Europa 2020 fue una inciativa comunitaria que surgió como respuesta a la crsisi que atravesó el continente a partir del año 2008. En base a esa estrategia, cada nación debía proponer y adoptar una serie de medidas orientadas a la recuperación en diferentes ámbitos, no solo el económico, uno de ellos siendo la educación. En el Consejo de Ministros de 2010, España estableció un total de 12 objetivos o propuestas, alineados con esa Estrategia Europea 2020, que componían un plan de acción para mejorar la calidad de la educación y adaptarla a los nuevos tiempos (muy cambiantes) del siglo XXI. Estos 12 objetivos son:
1. El éxito educativo de todos los estudiantes
2. Equidad y excelencia. La evaluación como factor para mejorar la calidad de la educación
3. Flexibilidad del sistema educativo y estudios postobligatorios. Educación a lo largo de la vida
4. La Formación Profesional como clave para avanzar hacia un modelo de crecimimento económico.
5. Nuevas formas de enseñar y aprender: el papel de las TIC
6. Plurilingüismo. Impulso al aprendizaje de idiomas.
7. La Educación como bien de interés público y derecho de toda la sociedad
8. Modernización e internacionalización de las Universidades. Formación, investigación, transferencia del conocimiento y responsabilidad social.
9. Dimensión social de la educación: becas y ayudas al estudio
10. Convivencia y educación en valores: implicación de la familia, del profesorado y de la sociedad.
11. Profesorado: reconocimiento profesional y social del docente.
12. Educación inclusiva, diversidad e interculturalidad: derecho a la diferencia sin diferencia de derechos.
En clase hemos realizado una actividad por grupos, poniendo en valor cada uno de estos doce objetivos, analizándolo y proponiendo propuestas y medidas concretas para alcanzarlo, a la vez que se buscaba interrelacionarlos entre ellos. Mi grupo estudió el noveno objetivo, sobre la dimensión social de la educación: becas y ayudas al estudio. A continuación os presento las reflexiones y acciones concretas respecto de ese tema que tratamos entre mis compañeros y yo.
En primer lugar, creemos en la importancia de las becas como medio para fomentar la igualdad de oportunidades y que nadie se quede atrás por razones económicas o socioculturales. Muchas de las becas y ayudas que se conceden a día de hoy tienen un matiz inclusivo (objetivo 12), al proporcionar recursos a personas dispacacitadas o en entornos con riesgo de exclusión social.
Una expresión muy básica de ayudas al estudio se puede materializar en forma de acceso al material escolar, como libros, cuadernos, etc., que puede suponer un buen dinero cada año por cada alumno escloraizado de la familia. Esta medida está implantada en muchos centros de este país, pero creemos en la necesidad de fomentarla aún más para reducir al mínimo (idealmente, eliminar) la brecha que existe entre los alumnos dentro de las propias aulas.
Aunque ya existen, creemos necesario aumentar la oferta de becas para el estudio de lenguas extranjeras (objetivo 6), e incentivar su disfrute entre los alumnos. Tradicionalmente, aparte de las clases que se reciben en el centro, solo los alumnos cuyos padres pueden sufragar ese tipo de actividades extraescolares son los que se benefician de un aprendizaje más profundo de los idiomas extranjeros bien sea a través de cursos por las tardes o de programas de intercambio privado o estancias en los meses estivales. Es necesario aumentar la oferta y facilitar el acceso a becas para todo tipo de familias para que todos los alumnos que quieran puedan realizar cursos de idiomas, intercambios, campamentos de verano, etc.
Actualmente, hay comunidades autónomas que complementan el sistema de becas nacional con las suyas propias, proporcionando a sus alumnos más oportunidades que los alumnos que viven en otras comunidades autónomas. Creemos que deben analizarse todas las situaciones para fomentar la reducción de estas desigualdades en positivo, es decir, no quitando becas a los que más oportunidades tienen sino dotando de más oportunidades a los que menos tienen, ya que el acceso a la educación es un bien de interés público y debe tener acceso a ella toda la sociedad (objetivo 7). No nos queda muy claro cuál debería ser la forma de afrontar este punto, no parece sencillo, pero creemos que algo se podrá hacer en diálogo con todas las comunidades autónomas.
Durante la actividad ha salido en varias ocasiones la controversia acerca de si el rendimiento académico debe ser tenido en cuenta a la hora de conceder o no becas por motivos económicos (excelencia aparte, evidentemente). En un primer vistazo, podría parecer razonable que quien invierte un dinero en facilitar el acceso a la formación de un grupo de personas desea ver esa inversión convertida en rendimiento y éxito. Sin embargo, todos sabemos que la falta de rendimiento académico se suele deber a una convergencia de factores, aparte de las cuestiones puramente económicas que solventan las becas. Por supuesto, sin acceso a libros, material escolar, etc. un alumno va a tener más dificultades que sus compañeros. Pero hay estudiantes que, con pleno acceso a lo último en tecnología y con su familia en una posición económica asentada, también manifiestan falta de rendimiento. Por lo tanto, las becas deben ser un instrumento para "normalizar" el desempeño de los alumnos dentro del aula, sea en el sentido que sea, y el rendimiento académico no debería formar parte de los criterios de concesión de estas ayudas.
En otro orden de cosas, nos parece fundamental organizar y cumplir el calendario de convocatorias y concesiones, tanto a nivel nacional como a niveles autonómico y local (si procede). Sufragar gastos a posteriori, como se está haciendo actualmente en muchas convocatorias, implica que las familias puedan adelantar el dinero para hacerlos frente. Y esto no siempre es posible, o lo es en detrimento de otro tipo de "comodidades". Es fundamental que el dinero llegue a los beneficiarios a tiempo, en el momento en que hace falta, y no más tarde.
Por otro lado, también hemos analizado la posibilidad de utilizar las becas no solo para reducir la brecha social, sino también como incentivo para los alumnos con mayor rendimiento (por ejemplo, mediante becas de excelencia o premios). Estas becas supondrían un incentivo, un mecanismo para aumentar su motivación y lograr sacar lo mejor de estos estudiantes (relacionado con el objetivo 2).
Finalmente, no queríamos perder la oportunidad de abogar por la necesidad de tender siempre hacia el mayor número de becas posible, sean del tipo que sean, para intentar alcanzar al mayor número de alumnos posible.