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martes, 12 de octubre de 2021

Aprendiendo en casa

Esta entrada del blog está dedicada a todos esos padres y madres que optan por no escolarizar a sus hijos y les proporcionan una educación en casa. Es lo que se conoce comúnmente como Homeschooling (con un término anglosajón todo suena mejor, ¿verdad?). En clase hemos visionado el mini-documental Cuando la casa se convierte en escuela, que narra la historia de una madre (Sorina Oprean) que ha optado por no escolarizar a sus hijos, Adina y Radu. 

"Yo estoy de acuerdo con la educación obligatoria, pero no con la escolarización obligatoria. Porque no es lo mismo: la educación obligatoria es el objetivo; la escolarización es solo una vía."

Con esta profunda reflexión arranca el documental. Esta es la visión de esta madre que ha decidido educar a sus hijos en casa y, se esté de acuerdo o no con ella, hay que reconocer que hace revolverse algo por dentro y motiva la reflexión. Es completamente cierto que la escolarización obligatoria lo que busca es, efectivamente, proporcionar una educación básica a todos los niños y adolescentes de nuestro país para no volver a caer en las altas tasas de analfabetización que sufrió España durante toda su historia hasta bien entrado el siglo XX. Para cumplir ese objetivo, podría valer cualquier sistema que garantizara que esta educación se produce y es de un mínimo de calidad. Si esto sucede en casa o en la escuela o en cualquier otro lugar, es algo secundario. Se estandarizó en su momento la escolarización en centros educativos, supongo, como una forma de paliar el déficit de educación de los propios padres que, al principio y en muchos casos, no habían sido formados ni siquiera en lectura y escritura. Algo que, a día de hoy, y por fortuna, ha cambiado radicalmente.

Al empezar a reflexionar acerca de la educación en casa, lo primero que viene a la mente de los padres puede ser "yo no sé hacerlo", "yo no soy capaz de eneñar a mis hijos/as esas cosas". Y, según los testimonios de padres que se han lanzado a este proyecto vital, no es del todo cierto. La característica más importante de los padres que quieren educar a sus hijos en casa no es solo lo que saben ni cómo lo transmiten, sino sus propias herramientas de aprendizaje. Es legítimo no saber cosas, por muy básicas que sean, pero es fundamental tener la capacidad de buscar y filtrar información, entenderla y, finalmente, aprenderla. En este sentido, los padres pueden hacer de modelo a sus hijos y se establece una dinámica 2x1: los chavales aprenden algo nuevo y además aprenden a aprenderlo porque ven a sus padres aprenderlo delante de ellos. Y eso es clave en la formación de cualquier persona, tenga la edad que tenga. A estas herramientas de aprendizaje, además, al educar en casa se suman otros aspectos muy interesantes:

  • La libertad de horarios: las "clases" no tienen por qué durar una hora, pueden durar más si existe interés en profundizar o necesidad de insistir en ciertos conceptos, o menos si el tema en cuestión no supone dificultad alguna para el alumno, como también hacen Ivonne y Andreu con sus tres hijos, que deciden al inicio de la jornada qué actividades van a desarrollar ese día.
  • Se pueden integrar aspectos domésticos en la propia educación del niño, como la cocina. Seguir y elaborar recetas puede tener un impacto muy positivo para la formación del cerebro de un niño. Integrar y entender este tipo de tareas puede incidir, además, en un plus de madurez y autonomía respecto de otros niños o adolescentes de su misma edad.
  • La posibilidad de sacar actividades fuera del aula. ¿Por qué no ir a aprender un tema de historia a un museo? ¿Por qué no ir a aprender sobre animales a un zoo? ¿Y hacer deporte al aire libre? Se pueden aprender cosas en cualquier parte si se tiene la curiosidad suficiente. Teatro, cine, conciertos de todo tipo son también formas excelentes de inclucar valores y conocimientos a los niños si se gestionan de forma adecuada (estén escolarizados o no, por cierto).
  • Las actividades extraescolares siguen formando parte de la vida de los niños, y gracias a ellas pueden conocer a otros niños, socializar y compartir experiencias son sus iguales.

Sin embargo, es una vía que a pesar de las bondades y ventajas que se han apuntado hasta ahora, también presenta (bajo mi punto de vista), ciertos problemas o consecuencias que hay que tener muy presentes a la hora de decidir si optar por esta vía o no. Son los siguientes:

  • No todos los padres tienen las mismas capacidades, intereses ni motivaciones. Hay familias que, por sus ideales y forma de ver el mundo y afrontar la vida, tienen más facilidad de transmitir a sus hijos los valores necesarios para llevar a buen puerto una educación en casa. Ojo, esto no tiene nada que ver con su propia educación (que no tiene por qué ser universitaria ni mucho menos). Y hay que entender que esto no es ni mejor ni peor. Es importante ser conscientes de las limitaciones de uno mismo y actuar en consecuencia: la escuela sigue estando ahí. 
  • Muchos padres y madres, aunque quieran, no pueden educar a sus hijos en casa sencillamente porque tienen que trabajar. Y no tiene más misterio. Para estas familias (que son muchas), la educación en casa no puede ser nunca una opción. Para poder optar a ello tienen que concurrir determinados factores en la familia, como que solo trabaje uno de los cónyuges o que tengan trabajos con horarios muy flexibles (por poner un par de ejemplos). Y si no convergen este tipo de circunstancias, habrá que forzar a que lo hagan para poder iniciar la aventura de la educación en casa: como se ve, es una decisión que implica adaptar y reorganizar todo el proyecto de vida de los padres y de los hijos.
  • Los recursos materiales. Para que la educación en casa funcione hay que disponer de recursos educativos al alcance de los niños. Recursos que habitualmente están en los colegios e institutos, hay que hacer por disponer de ellos (o algún sustituto) en casa. Esto implica pensar qué materiales pueden ser adecuados y, por supuesto, adquirirlos. 
  • Sigue sin quedar muy claro hasta qué punto la educación en casa tiene un impacto sobre el desarrollo social del menor. A partir de la preadolescencia, los chavales inician un proceso de búsqueda y autoafirmación dentro de un grupo, ensayan sus habilidades sociales con sus iguales. Eventualmente sus círculos sociales se van acotando por distintas razones y, llegada la adolescencia, los amigos íntimos juegan un papel fundamental en su vida y desarrollo. A pesar de los esfuerzos de los padres por poner en contacto a sus hijos con otros niños y adolescentes de su edad a través de actividades extraescolares, no termino de ver cómo se sustituye el contacto diario (5 ó 6 horas al día) de un conjunto de chavales en un centro educativo por el contacto 2 ó 3 horas por semana con grupitos que, además, cambian de una actividad a otra. No soy psicólogo, y por eso no voy a entrar a analizarlo en mayor detalle, pero diría que los niños educados en casa necesitan algo más.

Aunque en España hay muy pocos estudios al respecto, se estima que entorno a 2 000 familias optan por esta vía... y cada vez son más. En Europa (ver mapa), muchos países reconocen la educación en casa como una alternativa perfectamente viable a la escolarización. Personalmente, creo que es una opción muy válida y debería regularse para no forzar a los padres que tomen esta decisión a escolarizar a sus hijos a distancia en centros extranjeros o hacerles pasar por los exámenes que se hacen a adultos para obtener el título de la ESO o Bachillerato. Una regulación adecuada permitiría establecer, quizá, ciertos controles rutinarios (no necesariamente en forma de exámenes tradicionales) que garanticen la calidad de esta enseñanza a la vez que dejan libertad a los padres para que eduquen a sus hijos e hijas como crean conveniente. Gracias a estos controles, se podrían implementar mecanismos que permitan titularse a los chavales educados en casa. Además, si se populariza un poco más y se regula adecuadamente, se podrían organizar sesiones y actividades grupales en centros públicos (centros cívicos, escuelas, institutos) unas pocas veces por semana para dar acceso a estos chavales a un grupo estable de personas de su edad con quienes desarrollar sus habilidades sociales de forma más adecuada.

2 comentarios:

  1. Hola, una pregunta ¿esas profundizaciones o enseñanzas alternativas, como la cocina, no se pueden complementar de igual forma con la escolarización del menor?, no quiero ser muy pesimista al respecto pero estoy de acuerdo en cada punto en contra que has mencionado. Me sorprende la cantidad de familias que optan por esto a pesar de que sea ilegal en nuestro país.

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    1. ¡Hola Fabio! Gracias por tu comentario. Sí que es verdad que la cocina puede integrarse de alguna forma en la vida de los niños y niñas escolarizados, quizá como actividad por las tardes o durante las cenas. Pero también es cierto que los niños escolarizados creo que tienen "agendas más apretadas" que los niños que he visto en los vídeos, al menos tal y como nos los venden. Lo ideal sería poder incluir estas actividades dentro de las propias aulas, por ejemplo, algo que veo complicado hoy por hoy. Pero sí, estoy de acuerdo contigo en que tal y como está la cosa ganan los puntos negativos claramente. No digo que sea imposible o que esté mal el no escolarizar a los niños, pero hay que darle otra pensada al tema...

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